Carla Delgado Gómez, más conocida como Carla Antonelli, es una reconocida activista y política, que ha dedicado gran parte de su vida a la lucha por los derechos de las personas trans y de la comunidad LGBTI. Nacida el 13 de julio de 1959 en Güimar (Tenerife), su historia personal la ha llevado a convertirse en una incansable defensora de la igualdad y la justicia social.
Estudió Arte Dramático en Santa Cruz de Tenerife, y a finales de los años setenta viajó a Madrid para poder desarrollar su identidad de género en libertad. En aquella época trabaja en la calle y sufre la persecución policial, pero también comienza a hacerse popular en revistas de la transición y participa en varias películas. En 1980 protagoniza el primer documental temático sobre transexualidad, "Vestida de Azul" que emite Televisión Española. Trabaja en espectáculos nocturnos y en salas de fiestas hasta que inicia sus apariciones en televisión, primero como entrevistada y después como tertuliana
En 1997 se afilia al Partido Socialista Obrero Español. Como coordinadora del Área Transexual del Grupo Federal LGTB, empieza a convertirse en referente del colectivo en España. Trabaja en la elaboración de la propuesta electoral del PSOE que contempla el matrimonio entre personas del mismo sexo y una ley específica para las personas trans. Tras la victoria socialista y la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, Carla anuncia una huelga de hambre si no se tramita la Ley de Identidad de Género.
En el año 2007, se convierte en la primera mujer trans de la Comunidad de Madrid en solicitar el cambio de nombre y género en el Registro Civil. En 2011 entra en la lista electoral del PSOE y es elegida diputada de la Asamblea de Madrid, convirtiéndose en la primera mujer trans en acceder a un cargo de representación parlamentaria en España. En octubre del 2022 confesó su "profunda decepción" y solicitó su baja como militante del Partido Socialista por los retrasos en la tramitación de la Ley Trans. Meses después, con la ley aprobada, respira tranquila. En declaraciones a Jot Down, señala que no se arrepiente de su decisión y no tiene reparo en señalar a aquellos "mentirosos compulsivos" que "han falseado la realidad".
¿A qué huele su infancia?
A yodo y a mar. A mar, y a salitre. A los cardones. A mar.
¿Qué papel tiene el lugar en el que nacemos, en la construcción de lo que somos, en nuestra identidad?
Todo. Yo no sé lo que será para otros, pero para mí lo es todo. Hoy, que en la pedanía del Socorro, allí, en la playa, donde teníamos una casa la familia, a treinta metros haya una rotonda, frente a la ermita pequeña, que se llame Carla Antonelli… pues entonces ya para de contar. El día 1 de enero, me senté allí viendo el mar, frente a la ermita, en la calle Carla Antonelli [risas]. Cómo no me va a oler a mar la infancia.
Se fue de casa el 10 de enero del año 1977, con diecisiete años. ¿Cómo de premeditada fue esa decisión?
Premeditada desde lo irrevocable, donde ya no tenía razón de ser quedarme allí, porque ya era notorio, menos mi familia lo sabía casi todo el mundo. Entonces, ante la imposibilidad, tú te lanzas.
No volvió hasta treinta y dos años después, a recibir un galardón.
Hasta el 2009. Noche. Luna llena, por supuesto, tuvo que ser. Para un 20 de noviembre, aniversario de la muerte de Franco, aniversario de la muerte de mi padre.
Volví a pasear por esas calles, una noche de luna llena. Y al día siguiente más de trescientas personas allí, todo el mundo preguntándome que si me acordaba. De algunos sí, otros no.
¿Cómo fue volver?
Volver sin la frente marchita [risas]. Volver sin rencor. Sin rencor. Porque el rencor ensucia. Volver para luego volver a volver. Volver para terminar de romper el muro de cristal cuando fui ya pregonera de las fiestas de San Pedro. Otra quimera. Yo pregonera de las fiestas de San Pedro, con un cura del pueblo de al lado intentando hacer una manifestación. Y a partir de ahí yo ya voy por la calle de mi pueblo y voy a la plaza de San Pedro y al bar… Ya no tengo ningún problema, pero me costaba andar por aquellas calles, me sentía una extraña.
¿Ha crecido sin referentes?
Hasta los dieciséis, diecisiete años yo no tenía ningún referente. Cuando salgo de mi casa, sí. Con diecisiete años ya conozco la existencia de Bibiana Fernández porque se proyecta la película de Vicente Aranda "Cambio de sexo".
¿Qué siente al ver que ahora los niños y niñas sí los tienen?
Pues de ahí la importancia de los padres, la importancia de espejos donde mirarse. La importancia de saber que no están solos, de recibir información. La importancia, no solamente de los niños, las niñas y les niñes, es la importancia de quienes lo fueron en aquel momento y hoy son padres y madres. Es una labor hecha a lo largo de estos cuarenta años: la visibilidad, que ha concienciado a familias, que hay asociaciones de padres y madres que protegen y acompañan a sus hijos, hijas e hijes.
¿Cómo se definiría a sí misma? ¿Quién es Carla Antonelli?
La que aprendió, la que resistió y la que sobrevivió. Pero, sobre todo, la que aprendió mucho y para bien de la vida, incluso de lo peor de la vida. Mira, esto no lo había dicho nunca, no me había salido así.
En el año 80 grabó un documental para Televisión Española, el primero en el que se trataba la transexualidad, que fue secuestrado por la censura hasta un año después. ¿Cómo le llegó la propuesta?
Hasta septiembre del 81, después del golpe, sí. Leonardo Dantés. El de «No cambié, no cambié, no cambié». Me llama. Estaba en el armario por esa época Leonardo. «No digas a nadie que me conoces». O sea, Leonardo Dantes. Televisión Española estaba buscando, porque querían hacer un programa y contar tres historias. Y al final ese programa terminó solamente con mi historia: «Carla, el enigma de una belleza». Y se convirtió, al final, en el primer documental temático que se había hecho de transexualidad, que no quiere decir que no hubiesen salido personas trans antes.
En El viaje de Carla, el documental sobre su vida dirigido por Fernando Olmeda, dice «la propia visibilidad es normalización». ¿Por dónde pasa ese camino hacia la normalización y en qué punto cree que estamos?
Hay muchos caminos andados y muchos caminos desandados que hay que volver a andar, desgraciadamente. Se han dado muchos pasos desde los albores de nuestra democracia, allá por finales de los años 70. Si no hubiese habido personas visibles a lo largo de todo este tiempo, nada se estaría escribiendo igual. Por supuesto que viajamos a la utopía donde nadie tenga que decir ni reafirmarse, ni llevar un cartel en la frente a no ser que lo quiera de «yo soy trans». Ser trans no es otra cosa que un calificativo denominativo de una situación.
Hace un par de semanas Jaime de los Santos, diputado de la Asamblea por el Partido Popular, dijo en el Senado que la boda de Javier Maroto fue posible "porque el 20 de noviembre de 2011, con una mayoría absoluta de ciento ochenta y dos diputados, el señor Mariano Rajoy Brey no cambió en cuatro años ni una coma de la ley del matrimonio igualitario".
[Risas]. La transmutación… Esto sí que es una transmutación. Es lo que puede producir la política en un momento dado, que sale una parte oscura de las personas donde no reconoces a la persona que alguna vez viste en tu vida. El ridículo sideral que ha hecho delante de toda España… Yo dejé un tuit de cómo de la noche a la mañana puedes amanecer convirtiéndote en el hazmerreír de toda España. Esa intervención… Le mandé un mensaje privado y le dije "das vergüenza ajena".
¿Tuvieron relación en algún momento?
Claro que lo conozco. De la Asamblea, he sido diputada diez años en la Asamblea. Él fue consejero de Cultura y se promocionó dentro del colectivo LGTBI en el World Pride como LGTBI-friendly, y es como que hizo su salida del armario oficial. Siempre ha sido gay, pero del "sí, soy gay" me acuerdo perfectamente en ese acto, que parecía su anuncio oficial. Evidentemente ha sido gay toda su vida, pero él lo quiso oficializar ahí. Y de pronto ves esto, y no solamente esto, sino que dijo que la ley trans "borraba a las mujeres". Le dije "Jaime, das vergüenza ajena". Cuando le mandé eso, veo que se lo va pasando, el WhatsApp, a todos los que estaban allí. Vamos a ver, lo que hizo él… ¿Sabes lo que hizo? Fue un refrito del Club de la Comedia, de todos sus hits de la Asamblea. Como lo conozco, pues dijo eso, dijo lo de su madre, lo de las uñas, que él era gay, que su madre era del PP, que nunca le había rechazado, que todos los del PP eran buenos, qué nunca había sufrido discriminación.
Hace falta tener muy poquita vergüenza para decir que se casó y que tenemos que dar las gracias, en realidad, no a Zapatero ni a Pedro Zerolo, sino a Rajoy por no derogarla cuando estuvo en el gobierno. Rajoy, el mismo que presentó el recurso de inconstitucionalidad en el Tribunal Constitucional. El mismo que fue invitado de honor en la boda de Javier Maroto. Por favor, un poquito de vergüenza. Yo me imagino que hasta pueden creer en Dios… Si creen en Dios, que tengan un poquito de vergüenza. Pues nada, bueno, piensa que es el mundo coach, que él ha sido coach. Entonces cree que teatralizando y forzando y haciendo una cosita así va a convencer. Acuérdate, fue coach de Mariano Rajoy.
Entrevista completa, en Jot Down